Otro en mi piel. Tiempo de íntimas sensaciones. Bocetos de la nostalgia en cada calle. Serena melancolía fundida en la tibieza de un sol más breve y más débil. Tiempo de recogimiento del espíritu devenido crisálida. Y el típico emblema: la hoja que cae.
Paisaje en que el recuerdo desanda los pasos por la vereda alfombrada, y allá arriba los nidos abandonados. Fríos y desnudos. La tarde que va empalideciendo y estirando las sombras de esa hora indecisa, adormecida en las ramas altas y en los viejos pinos. Silenciosamente.
Calle de otoño.
Vieja fotografía
de cal y sepia.
Con aquel verdor transfigurado. Las lluvias del verano en las hojas relucientes. La sombra de olorosa frescura hendida por el metal de las chicharras. Lunas naranjas y grillos amanecidos en la senda nacarada de los caracoles. Días interminables y noches prodigando estrellas a los ojos tumbados en la hierba o en la arena...
Por el mismo camino de ayer.
Viento de mudanzas. De arrebato y despojo. Cielo abierto en los montes de enredada urdimbre en espera. En los parques y avenidas. Presagios de retorno en un rito de adioses. Una vez más...
Brisa otoñal.
Las hojas bajan
a besar su sombra.
Juan Carlos Durilén
Córdoba, Argentina.
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2 comentarios:
Qué bonito!. "Brisa otoñal".... Dios que preciosidad. Enhorabuena.
Una joya como todos tus escritos!
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